Aunque hubiera recorrido todos los caminos, cruzando montañas y valles, desde Oriente a Occidente.
Si no he descubierto la libertad de ser yo mismo, no he llegado a ningún sitio.
Aunque hubiera compartido todos mis bienes, con gente de otra lengua y cultura, hecha amistad con peregrinos de mil senderos o compartido albergue con santos y príncipes.
Si no soy capaz de perdonar mañana a mi vecino, no he llegado a ningún sitio.
Aunque hubiera cargado mi mochila desde principio a fin y esperado por cada peregrino necesitado de mi ánimo.
O cedido mi cama a quien llegó después y regalado mi botellín de agua a cambio de nada.
Si de regreso a mi casa y mi trabajo no soy capaz de crear fraternidad y poner alegría, paz y unidad, no he llegado a ningún sitio.
Aunque hubiera tenido agua cada día y disfrutado de techo y ducha todas las noches, o hubiera sido bien atendido de mis heridas.
Si no he descubierto en todo ello el amor de Dios, no he llegado a ningún sitio.
Aunque hubiera visto todos los monumentos y contemplado las mejores puestas de sol, o probado el agua limpia de todas las fuentes.
Si no he descubierto quien es el autor de tanta belleza gratuita y de tanta paz, no he llegado a ningún sitio.
Si a partir de hoy no sigo caminando en tus caminos, buscando y viviendo según lo aprendido.
Si a partir de hoy no veo en cada persona, amigo y enemigo, un compañero de camino.
Si a partir de hoy no reconozco a Dios, el Dios de Jesús de Nazaret, como el único Dios de mi vida, no he llegado a ningún sitio.
Autor: Fray Dino.